Era una mañana alegre de primavera. Las primeras
flores empezaban a regalarnos su perfume. El cielo era brillante y
limpio. Un color azul envolvía toda la ciudad.
Teníamos
un examen y mi amigo y yo nos fuimos a estudiar a la biblioteca. Una
vez allí le preguntamos a la bibliotecaria dónde estaban los libros
de biotecnología. Nos mandó a las estanterías del fondo. En aquel
lugar habían muchos libros. Cogimos uno al azar y cuando lo abrimos
vimos que no era como los demás pues no tenía letras.
Nos acercamos hasta la bibliotecaria y le
preguntamos cuál era la razón por la que no estaba escrito. Nos
dijo que no lo sabía.
Lo alumbramos con un mechero para ver si podíamos ver
sus letras, pero nada. Seguimos intentándolo de muchas maneras, pero
no conseguimos que aparecieran las letras.
Solamente nos quedaba una solución, apagar todas
las luces de la biblioteca y alumbrarlo con una luz de neón.
En ese instante aparecieron las letras del libro.
Era una antigua leyenda africana que muy pocos habían podido
conocer.
JUANDE GARCÍA MARTÍNEZ
SEXTO CURSO
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