miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL ABETO QUE SIEMPRE ESTABA TRISTE

            Después de tantos días bonitos en aquel maravilloso hogar, cuando terminó la Navidad, me plantaron en un bosque lejano, en la falda de una montaña. Estaba todo nevado. el paisaje era maravilloso pero desde que me dejaron allí empecé a sentir la soledad. Solamente me sentía bien cuando a lo lejos veía a unos niños  jugando en el patio del colegio del pueblecito en que se encontraban.

            Algunas veces se paraban los pajarillos entre mis ramas. Yo intentaba divertirme con ellos, pero siempre había algún niño que venía y los espantaba y ... volvía a quedarme solo.
Otras veces, cuando los niños se enfadaban, me daban patadas, me escalaban o me tiraban de las ramas.

             Una mañana, un pequeño pajarito intentó hacer un nido entre mis ramas. Consiguió hacerlo. Yo me sentía muy feliz, pero  al día siguiente vinieron los niños, me escalaron y al zarandearme rompieron el nido y los pequeños huevecillos.

           Como siempre, volví otra vez a quedarme solo y triste en aquel bosque.
                                                   Mireia Rocamora Ruiz

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