miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL ABETO QUE SIEMPRE ESTABA TRISTE


por
               Daniel Jesús Salinas Manresa
Hace mucho tiempo en fechas próximas a la Navidad, al lado de una pequeña aldea había un gran bosque lleno de abetos. Uno de ellos notó que cada día quedaban  menos  de sus hermanos. Pensó que los estaban talando, pero no estaba seguro.
Un día que hacía un frío invernal, el pequeño abeto vio a unos señores con hachas y cuerdas que estaban talando a su hermano. Se entristeció mucho y así estuvo hasta día antes de Navidad. Ese día, un niño que pasaba por allí se percató  que el abeto estaba muy triste al ver sus ramas caídas. Por esta razón le preguntó qué le pasaba. El abeto le contestó que estaban talando el bosque y que cada día quedaban menos.
El pequeño abeto le preguntó al niño si conocía la razón por la que los leñadores talaban los árboles. Como el muchacho no lo sabía fue a la aldea a preguntar qué estaba ocurriendo con los abetos del bosque. Su padre le contestó que era para celebrar la Navidad. Daniel quiso saber que ocurría con los árboles después de  Navidad. Su padre le contestó que los tiraban a la basura.
Daniel volvió junto al pequeño abeto y le contó lo que le iba a pasar a él y a todos sus hermanos. El abeto se puso muchísimo más triste.
Al verlo así, Daniel tuvo una idea para salvar al pequeño abeto y a todos sus hermanos del bosque.
Se fue corriendo a la aldea y les dijo a toda la gente que en vez de llevarse los árboles a sus casas, los adornasen en el bosque y celebraran allí la Navidad. A todos los habitantes de la aldea les pareció una brillante idea y se fueron todos al bosque.
Era ya el día de Navidad. El pequeño abeto continuaba muy triste pensando que lo iban a talar. En ese momento llegaron todos los habitantes de la aldea con muchísimos adornos para decorar a él y a sus hermanos.
De esta manera, el pequeño abeto dejó de estar triste y pasó a ser muy feliz porque ni él ni sus hermanos iban a ser talados.

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